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Eliminado de pintas

Eliminado de pintas con BEG28

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Eliminado de pintas con BEG28 : Nuestro producto gel biodegradable BEG28, esta diseñado especialmente para eliminar graffitis ubicados en paredes enchapadas con porcelanato, mayolica y mármol.

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Respecto al eliminado de graffitis ubicados en las paredes con pintura látex, es recomendable que los borren antes que pinten la pared, a efectos de eliminar las sombras de los graffitis que aparecen al secar la pintura.

Ahora el eliminado de pintas o graffitis sobre ceramicos o marmol es una realidad, con productos biodegradables, economicos y con resultados que sorprenden!

Es recomendable, que los grafitis o pintas no traten de borrarse o eliminarse con tinner o productos similares, ya que el resultado sera la formacion de manchas, sombras, mayor penetracion del grafiti y daño permanente a la superficie.

No es recomendable eliminar graffitis ubicados en paredes con pintura latex utilizando BEG28, por existir la posibilidad de sacar un poco de la pintura latex, hay casos que si ha dado muy buenos resultados, para ello los clientes hacen una pequeña prueba antes de proceder con la limpieza de graffitis, dejando actuar el producto BEG28 de 1 minuto hasta 15 minutos y poder determinar si puede solucionar el problema.

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Existen controversias sobre los grafitis, una informacion sobre el tema la comparte Vanz en su blog titulado «¿ Los grafitis son arte o vandalismo?» muy interesante, lineas abajo adelantamos un parte de la informacion o puede darle clic aqui.

¿Las pintas o grafitis son arte o vandalismo?

El skateboard, el hip hop y los grafitis han coexistido desde los años 70 y 80 hasta el punto que es difícil pensar en uno sin asociarlo con los otros. Actualmente, muchos parques de skate sirven de santuarios para la autoexpresión del grafiti, y nadie se queja de que sea vandalismo.

Pero en el resto del mundo, puede que no sea tan obvio. Los grafitis pueden interpretarse como un deterioro en las comunidades, una monstruosidad o un indicio de desintegración social.

Se considera que son un elemento de la teoría de las ventanas rotas, la idea de que incluso los pequeños indicios de desorden en una comunidad conllevan a más desorden, lo que finalmente se intensifica con guerras de bandas y con el quebrantamiento de la ley y el orden (reiteramos: es una teoría).

Sin duda, la realidad está en un punto intermedio. Las personas que pintan grafitis se ven como artistas que se expresan mediante un lienzo público. Y la estructura de los grafitis (su material y sus técnicas) es la base de las expresiones artísticas urbanas más imaginativas, bonitas y emocionantes que existen ahora mismo, todas con la aprobación de los propietarios y de las comunidades.

Así que, preguntamos a artistas y académicos en la materia si pensaban que los grafitis seguían en el espectro arte-vandalismo.

Alex Harvey es cofundador y jefe de proyecto de Blank Walls, un grupo que comisiona y dirige proyectos de arte urbano en Australia y Reino Unido.

Dan Pearce es un artista de medios mixtos que recientemente ha trabajado para Anthony Joshua, Rag’n’Bone Man y 50 Cent, entre otros. Y el profesor Andrew Kulman es de la Escuela de comunicación visual de la Universidad Ciudad de Birmingham.

¿Podría el arte convertirse en vandalismo?

Como es lógico, la idea de que la expresión artística pudiera considerarse vandalismo no está extendida entre los artistas. «El grafiti es 100 % arte», afirma Pearce.

«Es un símbolo de rebeldía; presenta una nueva y fantástica forma de creatividad, pero lo que hace que sea arte es la opinión personal. Creo que cualquier cosa es arte si tiene un significado para ti».

Pero hay una línea moral que no se debe sobrepasar. «El grafiti podría categorizarse como vandalismo o ‘garabato’ cuando es un parche al azar en cualquier pared vieja y sin significado», asume Pearce.

Se necesita hacer una distinción importante entre el grafiti y el arte urbano. «Hay diferencias clave entre los dos y una contradicción en la manera en la que se trata a cada uno en la Era Moderna; a la vez, ambos se refieren variablemente al ‘arte en la calle’», dice Harvey, y puntualiza que «es solo desde el nacimiento de la publicidad que hacer grafitis en público se ha vuelto ilegal».

Kulman reitera la visión de Pearce de que no hay límites morales, pero insiste en que esa decisión depende básicamente de cada artista: «La respuesta a esta pregunta es si el grafiti profana o destruye la propiedad pública», comenta.

«Muchos artistas que pintan grafitis creen que la propiedad pública es el mejor lienzo para exhibir su trabajo artístico, sobre todo si manifiestan opiniones sociales o políticas».

«Curiosamente, ciudades como Ámsterdam o Berlín adoptan el grafiti como un bien cultural y los turistas hacen visitas guiadas por los puntos más destacados.

Creo que es necesario que haya una distinción clara entre lo que consideramos etiquetado, grafiti y arte urbano. El último es el que normalmente encargan los ayuntamientos y las comunidades.

Las posturas con respecto a los grafitis han cambiado considerablemente en las últimas dos décadas; ciudades como Bristol han sacado el máximo partido a la fama y notoriedad de Bansky, y los críticos de arte respetan su trabajo».

La duda de la credibilidad

En algún momento, ¿podrían oficialmente considerarse el arte urbano y los grafitis culturalmente admisibles? ¿O necesitarían tener un límite establecido para que fueran lícitos? Dan Pearce no tiene duda alguna: «Solo tienes que dar un paseo por las calles del este de Londres para ver la magnitud de los proyectos de grafitis que han transformado el área en un inmenso lienzo artístico y han ayudado a que los grafitis estén bien vistos».

Ahora a los grafiteros se les llama artistas murales, ya que se especializan en proyectos enormes.

«Artistas como Shep Fairey y Retna expanden por completo los límites y no solo pintando paredes, sino bloques enteros de edificios con varias plantas».

Estos murales gigantescos son piezas extremadamente complicadas que requieren planificación e imaginación, que contienen elementos artísticos como el color y la composición, y que muchas veces abordan cuestiones de igualdad social.

Necesitan una gran capacidad de organización que implica a los ayuntamientos locales. Son 100 % admisibles».

Una vez más, Harvey hace hincapié en una distinción importante: «el arte urbano es una extensión del grafiti y creemos que puede ser una herramienta para revitalizar los espacios públicos», señala.

«Gracias a nuestros años de experiencia en la industria artística hemos aprendido que al aumentar el uso de diseños complejos y al introducir temas de inclusividad y respeto a la comunidad en general, el resultado del trabajo artístico minimiza intrínsicamente la probabilidad de vandalismo en esa zona.

Un ejemplo es el mural del Día del Recuerdo en 2018 de Jerome Davenport (más conocido como Ketones6000)».

Kulman sí ve una posible pérdida de credibilidad con un trabajo desaprobado oficialmente, pero es importante reconocer que puede tener valor y no necesariamente alejarse de la forma de arte subyacente.

«Creo que cuanto más nos acostumbrados a ver cómo invade zonas donde no se ha visto, más impacto pierde», afirma Kulman. «Los parques o paredes designados para grafitis parecen tener menos efectividad que aquellos creados con imaginación en zonas ruinosas o descuidadas».

La aceptación social del grafiti solo conllevará a que aquellos practicantes más subversivos vayan más allá de los límites y sean más extremos.

«Como cualquier arte socialmente comprometido tiene que haber un propósito o una intención, tanto si es simplemente una expresión artística como una manifestación política, social, humorística o irónica.

El etiquetado es una manera de vida codificada para las bandas grafiteras y puede verse como algo arbitrario para aquellos que no estén al corriente de esta cultura. Algunos de los grafitis más efectivos tienen el poder de sorprenderte y emocionarte a medida que pasas o conduces por delante».

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